Los vientos siempre nos traen y nos llevan algo.
¡Ésa es la condición!
Los vientos de ese fin de abril te trajeron para mí.
De la escalera de aquel viernes, bajó la mirada que vio lo mejor de mí.
La mirada que tocó como brisa cálida y leve, y que, en un momento breve, quitó mi cáscara para sentir mi alma.
Esa mirada que incesantemente busqué, con la mía, cruzó en el momento en que ver ya no quería más.
En el momento en que estaba sometida a la dirección del viento.
En un tiempo que seguía lento y desatento a todo lo que ya no servía más, a todo lo que ya no dolía más.
Y permití que los vientos me guiaran hacia ti.
Y, en tan corto tiempo, yo viví una vida entera a tu lado.
Te sentí.
Te quise.
Te tuve.
Vigié tu sueño, compartí mis sueños, y, a tu lado, adormecí de un adorable cansancio.
Pero los vientos…
Los vientos siempre nos traen y nos llevan algo.
La verdad es que, por veces, nos llevan lo que nos traen.
Y, aunque duela mucho, hay que aceptar la condición.
Tú…
Tú me llegaste como brisa cálida y leve, con los vientos de abril.
Y te fuiste con los vientos de mayo, dejándome el frío.
(Por Karen Raquel para "Menino")
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